Margaret Mitchell

Margaret Mitchell nació el 8 de noviembre de 1900 en Atlanta, Georgia, hija segunda del abogado, e influyente personaje, Eugene Mitchell y de su esposa Maybelle Stephens.

La que años más tarde sería la famosa autora de Lo que el viento se llevó, no presagiaba en su infancia un destino tan brillante como inesperado; aunque luego se revelaría una mujer de carácter, Margaret tuvo una infancia no precisamente feliz ya que su padre era un caballero sureño machista e intransigente que la menospreciaba procurando acomplejarla en cuanto la ocasión se le presentaba. La llamaba fea de continuo, cuando en realidad fue muy bonita, decía que no necesitaba estudiar porque era una mujer -claro que, según él, era tan poco atractiva que ningún hombre querría casarse con ella-, e incluso llegó a amenazar con encerrarla en un convento. Por suerte su madre, mujer rebelde y de ideas abiertas, influyó a la hora de dar una educación a sus hijas –la mayor fue contable-.

A los seis años Margaret, Peggy coloquialmente, supo lo que era el odio racista ya que por aquellas fechas hubo disturbios con linchamientos en su ciudad natal, esto, unido a lo que escuchaba contar sobre la Guerra de Secesión, debió de influir años más tarde en ella, pues Lo que el viento se llevó, transcribe muchos de aquellos recuerdos, y, tal vez, según se ha dicho, algunas antiguas historias familiares de parientes ya fallecidos.

Primero estudió en el Washington Seminary y después en la Facultad de Medicina, ya que deseaba ser médico, estudios éstos que se vieron interrumpidos por la muerte de su madre, víctima de la gripe española, en 1919.

Tres años más tarde, huyendo del despótico ambiente familiar, se casa con Berrien Upshaw un ex jugador de fútbol que en sus ratos libres se dedica a fabricar y vender alcohol clandestinamente aprovechando la prohibición. Margaret es maltratada y violada por su marido, se separa y finalmente consigue la anulación del matrimonio en 1924.

En la vida de Margaret hubo tres hombres, su primer amor, un joven llamado Clifford Henry que murió en Francia en la Gran Guerra de 1914, Berrier Upshaw, de ingrato recuerdo, y su segundo esposo John Marsh, publicista y ex reportero, que había sido testigo en su primer casamiento.

Al conseguir la anulación, y antes de casarse con John, entró a trabajar como corresponsal del Atlanta Journal, pero ya para entonces apuntaba su atracción por la literatura.

Mas estaba predestinado que el periodismo no iba a ser su profesión. Casada ya, sufre unos graves problemas de cadera, lo que la obliga a guardar cama. Convaleciente y aburrida, empieza a escribir la obra de su vida, Lo que el viento se llevó, y durante tres años no hace otra cosa.

En 1930 da por concluida su obra, pero lo curioso del caso es que es que no la lleva a ninguna editorial y la guarda en un cajón durante cinco años, habiéndola leído sólo su marido y algunos amigos, quienes nunca la desalentaron.

Finalmente la casualidad intervine en la persona de un agente literario a la caza de nuevos talentos. Alguien del círculo de Margaret le habla del libro y ella finalmente accede a dejárselo leer. El agente, que pertenece a Mcmillan, un famoso editor, queda fascinado por la novela, y de la noche a la mañana Margaret Mitchell se convierte en una celebridad.

En sólo cuatro semanas vendió 180000 ejemplares y el libro fue un best seller por espacio de veinte meses.

Sin embargo, la novela no salió tal cual al público ya que se le impusieron unos ligeros retoques, por ejemplo, el título, cuyo original era Mañana será otro día, y el nombre de la protagonista, a la que Margaret había bautizado como Pansy; de esta forma el libro se convirtió en Lo que el viento se llevó, y Pansy en Scarlett.

En 1937 le concedieron a Margaret el Premio Pulitzer, y en 1939, su novela se llevó al cine con el éxito que todos conocemos.

(Anécdota curiosa: Margaret Mitchell no quería que fuese Clark Gable el protagonista de su obra, sino Basil Rathbone –el actor que diera vida en la pantalla a Sherlock Holmes-, mas la productora se impuso, lo que significó indudablemente un gran acierto).

Su autora no se ensorbeció por el éxito obtenido, ya que siguió llevando una existencia discreta, pues era una mujer bastante tímida, y no volvió a escribir ninguna otra novela ni la continuación de Lo que el viento se llevó, todo lo más publicaría un volumen con la correspondencia de sus fans.

(Lo que el viento se llevó ha sido traducido a 27 idiomas y de ella se han vendido más de 25 millones de ejemplares, aunque lo más importante es que se la considera ya un clásico).

Los motivos para que no llevara a término una segunda parte son dos, el primero que quedó exhausta después de haber escrito las más de 1000 páginas de la novela –rescribió hasta diez y seis veces el primer capítulo-, y el segundo éste tan singular expuesto por la misma Margaret: “pienso que Scarlett y Rhett no podrán jamás volver a estar juntos y por ello no habrá continuación.”

No obstante, y hace pocos años, se decidió que se escribiese una secuela titulada Scarlett en la que se los reunía de nuevo y esta vez para siempre, con el resultado que era de esperar: boom publicitario de salida, e indiferencia después, pero entre una cosa y otra mucho dinero ganado, ya que también se hizo una versión televisiva.

(Así como está condenado el plagio, creo que debería haber leyes que protegieran la voluntad de los autores a no escribir segundas partes si ellos consideran que ya está todo bien expuesto, que han dicho cuanto tenían que decir. Ni el público, ni los editores, nadie, tiene el derecho de intervenir en la determinación creativa de un autor que es única e irrepetible, y, por tanto, debe de ser respetada.)

Margaret Mitchell participó activamente en la II Guerra Mundial entrando en la Cruz Roja como colaboradora en la captación de fondos.

En 1944 y después de una larga enfermedad en la que le asiste Margaret, fallece su padre, es de imaginar que ahora muy orgulloso de tal hija, y cinco años más tarde, en 1949, el 11 de agosto, la escritora es atropellada por un taxista borracho al atravesar una calle; queda en coma y muere el 16 del mismo mes en Atlanta.

Conociendo la vida de Margaret Mitchell, si repasamos su famosa novela, vemos que existen ciertas semejanzas: el fallecimiento de su primer amor en la guerra, la imposibilidad de ser feliz con el hombre amado, es ya en sí una prefiguración de Ashley Wilkes, mientras que la muerte de la madre de Scarlett y la de Margaret encierran una gran similitud por el desencadenante emotivo que provocaron.

Margaret Mitchell nunca tuvo hijos, pero nos ha dejado una gran novela que es la obra de su vida -“la novela de un ama de casa”, como alguien apuntó una vez en desafortunado comentario-, una sola novela, como sucediera con Emily Brönte, pero que le ha ganado la inmortalidad.

 


© 2004 Estrella Cardona Gamio

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